Los más complicados son los de los trapecios, aunque más por sacarlos que por meterlos (cuando suele ser lo contrario
). Sobre todo los traseros, los redondos gordos, que hay que cortar el casquillo metálico que lo rodea. Para meterlos, ayudado con un tornillo de banco y la grasa que traen es suficiente, y el resto entran muy fácil.